Un medio de convivir y trtarse en la familia de resultados eficaces en alto grado es la tertulia.
Esa reunión informal de padres e hijos en la cual se dialoga, de ser posible todos los días, del modo más natural, acerca de las cuestiones que a cada uno le interesen, no sólo a los padres, sino a todos, incluyendo a los más chicos con edad suficiente para poder estar en la reunión.
Esta tertulia que nos ayuda a conocer "el mundo de nuestros hijos", tan desconocido por muchos padres, ese mundo lleno de ilusiones, de ingenuidades, de alegrías, de interrogantes que, unas veces exponen con palabras, pero otras han de adivinarse en sus ojos, celosías de almas ávidas de saber, que preguntan a todo lo que les rodea, a los seres que hay junto a ellos, al sol y a las estrellas, al día y a la noche; que preguntan cómo y para qué vinieron ellos al mundo; al mundo, al camino que han de recorrer, al bien y al mal, a lo lindo y a lo feo, que preguntan a Dios mismo porque quieren comprenderlo..., y nosotros los padres hemos de contestarles, tenemos la obligación de escucharlos, de adivinar eso interrogatorios y responder adecuadamente, dándonos cuenta de todo lo que significan.
Esa tertulia ha de favorecer a que en la casa haya un ambiente familiar educativo, ha de ser tal en la que se hable de cuestiones tan variadas y en la que brille siempre la alegría, la confianza, el apoyo, la comprensión que haga costoso romper el diálogo para ir cada uno a continuar con su tarea.